La atención, es ese proceso conductual y cognitivo que tanto preocupa a los formadores

Cualquier formador puede confirmar la importancia que tiene la capacidad de captar y mantener la atención del alumnado en el resultado final de su trabajo. La capacidad de atención, de hecho, también está relacionada con nuestra “capacidad de olvidar”. Y decimos capacidad, porque en neurociencia, olvidar no es un defecto, sino un proceso natural y adaptativo de nuestro cerebro.

Nuestro cerebro está acostumbrado a recibir una gran cantidad de estímulos cada segundo. Es justamente por esto que tiene que aprender a olvidarse o ignorar lo irrelevante para concentrarse en lo más esencial.

Valga como ejemplo el siguiente video que habla sobre la atención selectiva.

Como decía Albert Camus, “la capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente espoleada por la provocación”.

Al igual que eliminamos los estímulos innecesarios para concentrarnos de manera selectiva, olvidamos la información que consideramos menos relevante para tratar de recordar la que importa.

¿Existe una tendencia a que nuestra capacidad de atención se reduzca cada vez más?

Goldfish

Según datos del Statistic Brain Research Institute, sí. De hecho, los datos son bastante alarmantes ya que, en el año 2000, nuestra capacidad de atención media era de 12 segundos, mientras que en el 2015 se había visto reducida a 8.25 segundos. Para hacernos una idea, nos ofrecen algo de contexto: la capacidad de atención media de un pez dorado es de 9 segundos. Por tanto hoy en día nos situamos ligeramente por debajo.

Todavía hay esperanza

Si entendemos el olvidar información como algo positivo que nos permite centrarnos en lo importante, estaremos dando el primer paso para poder empezar a discernir cuál es la información que realmente queremos y cuál no. Existen señales identificadas por la neurociencia que indican justamente esto a nuestro cerebro.

La práctica distribuida en el tiempo por ejemplo es una buena técnica para recordar lo estudiado a largo plazo. Se trata simplemente de realizar pequeños ejercicios prácticos sobre una materia estudiada con anterioridad, distribuyéndolos a lo largo del tiempo para favorecer la retentiva a largo plazo.

De esta manera, aunque nuestra capacidad de atención y de memorización sea limitada, si nos proponemos recordar algo, podremos hacerlo siguiendo este principio.